O governante seja punido

O aluno de escola pública é vítima do professor que não ensina direito que, por sua vez, é vítima dos governantes que não levam a educação a sério --a solução mais justa e eficiente, portanto, é repetir não os alunos, mas os políticos. Punir os políticos é a essência de uma das propostas sociais mais ousadas no país, batizada de Lei de Responsabilidade Educacional.

Apoiada por entidades como Unesco, Unicef, Todos pela Educação, além de representantes de secretários estaduais e municipais da Educação, a proposta visa punir governantes que não atinjam as metas fixadas para o ensino público --é algo que se assemelha à Lei da Responsabilidade Fiscal. Recebi a informação de que o Ministério da Educação vai apresentar, ainda neste semestre, um projeto de responsabilidade educacional para ser encaminhado ao Congresso.

Podem apostar que se essa lei sair do papel, os prefeitos e governadores vão ter de prestar mais atenção no que acontece na sala de aula, onde o aluno é a grande vítima.

Gilberto Dimenstein, 52, é membro do Conselho Editorial da Folha e criador da ONG Cidade Escola Aprendiz. Coordena o site de jornalismo comunitário da Folha. Escreve para a Folha Online às segundas-feiras.

Blog 100% homófobico


Querem conhecer um blogue 100% homofóbico?
Pois cliquem 
aqui e verão, onde inclusive o autor, Júlio Severo, diz ter dicas de como educar os filhos alheios e também uma fórmula mágica para ajudar uma pessoa a sair do homossexualismo. Será que é na base do sai-capeta? No perfil de Júlio não existe muita informação a seu respeito, só diz que ele é escritor, mas esconde, por exemplo, seu lado ultraconservador, fariseu, homofóbico e preconceituoso. E tem mais achados.

Estava navegando pela internet quando me deparei com um artigo meu publicado no site “Liberdade de Expressão" intitulado "A rede Globo e sua forma obtusa de lidar com perdas" -- que você poderão verificar aqui -- onde critico a Rede Globo por discriminar os evangélicos na série “Opaió”, e defendo a liberdade de culto sem preconceitos nem perseguições à todas as religiões.

(ND: Este artigo foi publicado em vários sítios, alguns jornalísticos, outros, em sua maioria evangélicos, depois que o Vermelho publicou).
E lá encontrei o artigo do blogueiro homofóbico radical, que dentre outras coisas acusa a senadora Fátima Cleide (PT-RO) de tentar aprovar a PLC 122 (Lei que procura amenizar os preconceitos sofridos pelos homossexuais) “sorrateiramente”, numa manobra denunciada pelo senador Magno Malta.

Eu, que abomino toda e qualquer forma de discriminação, fiz um comentário dizendo que a pessoa que nega ou demite um funcionário por ele ser gay deveria, além de ser preso, pagar uma boa indenização para a pessoa que passou pelo constrangimento, e vejam aqui a resposta que o autor ou autora do site Liberdade de Expressão me deu:

*liberdadedeexpressao wrote today at 5:27 PM
Um dos principais objetivos do PL 122 e outras leis "anti-homofobia" é justamente este que foi mencionado no comentário anterior: servir como instrumento de chantagem, ameaça e extorsão.

Fui lá e repliquei, mas eles tentaram contra-argumentar de maneira sórdida e criminosamente preconceituosa, como você poderão constatar
aqui.

Pressupõem-se que o autor ou autora do site "Liberdade de Expressão" também seja uma pessoa extremamente radical, caçadora de gays e outras minorias, e que a Liberdade de Expressão com que ela intitula sua página deva ser a liberdade de expressão dela, e não em sua forma literal.

Esse fato lamentável me fez lembrar a parábola do credor incompassivo em Mateus 18.23-35, que vocês poderão acessar 
aqui.

El carismático Lula


Luiz Inácio Lula Da Silva

Lula da Silva

A FONDO

Nacimiento:
27-10-1945
Lugar:
(Garanhuns)
En la política brasileña se ha producido un fenómeno único en América Latina y quizás en el mundo: el carismático presidente de la República, Luiz Inácio Lula da Silva, y su Ejecutivo, que gozan de un 84% de popularidad tras seis años de Gobierno, se han comido a la oposición. Continua >>

Y Lula se comio a la oposicion

JUAN ARIAS 

En la política brasileña se ha producido un fenómeno único en América Latina y quizás en el mundo: el carismático presidente de la República, Luiz Inácio Lula da Silva, y su Ejecutivo, que gozan de un 84% de popularidad tras seis años de Gobierno, se han comido a la oposición. Y no lo han hecho con métodos antidemocráticos, sino apropiándose de sus banderas.
Ya se sabía que Lula es un genio político, que ha sabido vencer las reticencias en el seno de su propio partido, el Partido de los Trabajadores (PT); de hecho, se dispone a elegir a una mujer, la ministra Dilma Rousseff, como su sucesora en la candidatura a la presidencia en 2010, a pesar de que nunca ha disputado unas elecciones y no es un personaje excesivamente grato para el PT. Pero lo que nadie imaginó jamás es que sería capaz de eliminar democráticamente a la oposición. Tanto a la de derechas como a la de izquierdas.
¿Cómo lo ha conseguido? Con una política que, poco a poco, ha ido segando la hierba bajo los pies de sus opositores. A la derecha le ha cortado las alas mediante una política macroeconómica neoliberal que le está proporcionando buenos resultados en estos momentos de crisis financiera mundial gracias a las reservas acumuladas.
Al mismo tiempo, ha puesto coto a las ínfulas de algunos de los movimientos sociales más radicales, como el de los Sin Tierra (MST), cuyas acciones ha criticado tachándolas de ilegales y a quienes ha conminado a respetar la ley vigente. Y también ha mantenido una política medioambiental más bien conservadora, algo que agrada a los terratenientes y grandes exportadores, que forman el núcleo más derechista del Parlamento.
También ha frenado a las izquierdas. Ha conseguido acallar a la izquierda minoritaria con una política volcada en las capas más pobres del país, que ha hecho que seis millones de familias hayan pasado a las filas de la clase media baja y abandonado su estado de miseria atávica. Ha abierto el crédito a los pobres, que ahora, con sólo cuatro euros, pueden abrir una cuenta en el banco y tener una tarjeta de crédito, lo que les convierte en partícipes de la rueda de la economía nacional.
A la otra izquierda, la moderada, también le ha puesto difíciles las cosas. Hoy en día, al Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), la formación opositora con mayores posibilidades de ganar las próximas elecciones porque cuenta con dos grandes candidatos -los gobernadores de São Paulo, José Serra, y Minas Gerais, Aecio Neves-, le resulta más difícil que antes hacer oposición. Los dos aspirantes del PSDB saben que no podrán ser elegidos contra Lula. Por ello, sólo hablan, como acaba de hacerlo Neves, de una era “pos Lula”, con un proyecto de nación que aporte algo nuevo al proyecto del presidente, que ya goza del consenso de la gran mayoría del país. Desde el primer día de su ascenso al poder, Lula ha mantenido a Henrique Meirelles, del PSDB, como presidente del Banco Central. Y ha conservado y ampliado el proyecto social Bolsa Escuela, creado por el PSDB, bautizándolo como Bolsa Familia. Este plan ayuda hoy a 12 millones de familias y ningún partido de la oposición se atrevería a criticarlo.
Desde su primer mandato, Lula no sólo ha sabido concitar las aportaciones de 12 partidos a su Gobierno, sino que hasta el momento ha logrado mantener una amistad personal con los candidatos opositores Serra y Neves; ambos, además, disfrutan de buenas relaciones con el PT, e incluso no descartan gobernar junto al partido de Lula si llegan al poder.
¿Pero de verdad no hay espacio para la oposición en Brasil? Porque, si así fuera, hay quien lo considera un grave obstáculo para una auténtica democracia. Podría haberlo, según varios analistas políticos, como Merval Pereira, pero el problema radica en que la oposición se ha asustado con la popularidad de Lula. Incluso hay políticos opositores, sobre todo de los Gobiernos locales, que buscan una foto junto a Lula para ganar puntos ante su electorado.
Si la oposición quisiera, dicen los especialistas, podría exigir a Lula que llevara a cabo las grandes reformas que este país aún necesita para despegar a nivel mundial, como la reforma política (¿se puede gobernar con 30 partidos en el Parlamento?), la fiscal (Brasil es uno de los países del mundo con mayor carga tributaria: roza el 40%), la de la Seguridad Social (Lula sólo la ha logrado en parte y, a pesar de un escándalo de sobornos a diputados para que votaran a favor, se quedó pequeña), la agraria (no ha salido del papel), la de la educación (en Brasil aún no es obligatoria la enseñanza secundaria y la calidad de ésta es de las peor valoradas en el mundo) y, por último, la penitenciaria (los suicidios de los presos aumentaron el año pasado en un 40%).
Pero todo ello choca con el muro de la dialéctica política de Lula: su carisma acaba neutralizando incluso a quienes antaño fueron sus mayores antagonistas.

El País.

Y Lula se comio a la oposicion

JUAN ARIAS 

En la política brasileña se ha producido un fenómeno único en América Latina y quizás en el mundo: el carismático presidente de la República, Luiz Inácio Lula da Silva, y su Ejecutivo, que gozan de un 84% de popularidad tras seis años de Gobierno, se han comido a la oposición. Y no lo han hecho con métodos antidemocráticos, sino apropiándose de sus banderas.
Ya se sabía que Lula es un genio político, que ha sabido vencer las reticencias en el seno de su propio partido, el Partido de los Trabajadores (PT); de hecho, se dispone a elegir a una mujer, la ministra Dilma Rousseff, como su sucesora en la candidatura a la presidencia en 2010, a pesar de que nunca ha disputado unas elecciones y no es un personaje excesivamente grato para el PT. Pero lo que nadie imaginó jamás es que sería capaz de eliminar democráticamente a la oposición. Tanto a la de derechas como a la de izquierdas.
¿Cómo lo ha conseguido? Con una política que, poco a poco, ha ido segando la hierba bajo los pies de sus opositores. A la derecha le ha cortado las alas mediante una política macroeconómica neoliberal que le está proporcionando buenos resultados en estos momentos de crisis financiera mundial gracias a las reservas acumuladas.
Al mismo tiempo, ha puesto coto a las ínfulas de algunos de los movimientos sociales más radicales, como el de los Sin Tierra (MST), cuyas acciones ha criticado tachándolas de ilegales y a quienes ha conminado a respetar la ley vigente. Y también ha mantenido una política medioambiental más bien conservadora, algo que agrada a los terratenientes y grandes exportadores, que forman el núcleo más derechista del Parlamento.
También ha frenado a las izquierdas. Ha conseguido acallar a la izquierda minoritaria con una política volcada en las capas más pobres del país, que ha hecho que seis millones de familias hayan pasado a las filas de la clase media baja y abandonado su estado de miseria atávica. Ha abierto el crédito a los pobres, que ahora, con sólo cuatro euros, pueden abrir una cuenta en el banco y tener una tarjeta de crédito, lo que les convierte en partícipes de la rueda de la economía nacional.
A la otra izquierda, la moderada, también le ha puesto difíciles las cosas. Hoy en día, al Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), la formación opositora con mayores posibilidades de ganar las próximas elecciones porque cuenta con dos grandes candidatos -los gobernadores de São Paulo, José Serra, y Minas Gerais, Aecio Neves-, le resulta más difícil que antes hacer oposición. Los dos aspirantes del PSDB saben que no podrán ser elegidos contra Lula. Por ello, sólo hablan, como acaba de hacerlo Neves, de una era “pos Lula”, con un proyecto de nación que aporte algo nuevo al proyecto del presidente, que ya goza del consenso de la gran mayoría del país. Desde el primer día de su ascenso al poder, Lula ha mantenido a Henrique Meirelles, del PSDB, como presidente del Banco Central. Y ha conservado y ampliado el proyecto social Bolsa Escuela, creado por el PSDB, bautizándolo como Bolsa Familia. Este plan ayuda hoy a 12 millones de familias y ningún partido de la oposición se atrevería a criticarlo.
Desde su primer mandato, Lula no sólo ha sabido concitar las aportaciones de 12 partidos a su Gobierno, sino que hasta el momento ha logrado mantener una amistad personal con los candidatos opositores Serra y Neves; ambos, además, disfrutan de buenas relaciones con el PT, e incluso no descartan gobernar junto al partido de Lula si llegan al poder.
¿Pero de verdad no hay espacio para la oposición en Brasil? Porque, si así fuera, hay quien lo considera un grave obstáculo para una auténtica democracia. Podría haberlo, según varios analistas políticos, como Merval Pereira, pero el problema radica en que la oposición se ha asustado con la popularidad de Lula. Incluso hay políticos opositores, sobre todo de los Gobiernos locales, que buscan una foto junto a Lula para ganar puntos ante su electorado.
Si la oposición quisiera, dicen los especialistas, podría exigir a Lula que llevara a cabo las grandes reformas que este país aún necesita para despegar a nivel mundial, como la reforma política (¿se puede gobernar con 30 partidos en el Parlamento?), la fiscal (Brasil es uno de los países del mundo con mayor carga tributaria: roza el 40%), la de la Seguridad Social (Lula sólo la ha logrado en parte y, a pesar de un escándalo de sobornos a diputados para que votaran a favor, se quedó pequeña), la agraria (no ha salido del papel), la de la educación (en Brasil aún no es obligatoria la enseñanza secundaria y la calidad de ésta es de las peor valoradas en el mundo) y, por último, la penitenciaria (los suicidios de los presos aumentaron el año pasado en un 40%).
Pero todo ello choca con el muro de la dialéctica política de Lula: su carisma acaba neutralizando incluso a quienes antaño fueron sus mayores antagonistas.

El País.

PMDB Serrista não é corrupto


Zé Pedágio usa a água do rio Jordão para purificar Quércia

Zé Pedágio usa a água do rio Jordão para purificar Quércia

O Conversa Afiada recebeu de um amigo navegante o seguinte e-mail:

Paulo Henrique,

O senador Jarbas Vasconcelos acha que o Nelson Jobim não é corrupto.

É só comparar todas as declarações dele com a última. Depois de bater no PMDB, em Lula e em Dilma, dizer que a função de senador é frustrante, que ele não quer ser mais político, que a oposição é medíocre e que nada presta, ele completa:

“Acredito muito em Serra e me empenharei em sua candidatura à Presidência. Se ele ganhar, vou me dedicar a reformas essenciais, principalmente a política, que é a mãe de todas as reformas.”

A Veja fez três chamadas de capa e uma carta ao Leitor para chamar um entrevistado que diz que o Serra é a luz no fim do túnel…

Leia mais:

O Ministro Jobim é do PMDB corrupto?

E, agora, uma perguntinha ao senador Jarbas:

Os peemedebistas que apoiarem o Zé Pedágio – esses são corruptos ?

Ou o Zé Pedágio purifica peemedebista: chega perto dele … vira santo ?

O Quércia, por exemplo – depois que apoiou o Zé Pedágio virou santo ?

Paulo Henrique Amorim

O tantinho e o TanTão

Na entrevista que deu à edição desta semana da revista Veja, o senador Jarbas Vasconcelos (PMDB-PE), além de acusar o seu próprio partido de corrupto, disse que o Bolsa Família "é o maior programa oficial de compra de votos do mundo". Eu acho que entendi o que o senador quis dizer. Que a pessoa que recebe o Bolsa Família fica tão grata ao governo que se dispõe a votar em candidatos apoiados pelo governo.

Não vejo muita novidade nisso. Em geral é assim. Se o governo faz algo de bom para você, é natural que você fique mais propenso a votar na situação do que na oposição. Não sei se o Bolsa Família é —como diz o ex-governador de Pernambuco— "o maior" programa planetário de "compra de votos". Mas ele sem dúvida tem sido eficaz para trazer à administração federal e ao presidente Luiz Inácio Lula da Silva apoio político entre os mais pobres.

Por que o Bolsa Família é politicamente eficiente? Porque dá a um tantão de gente que não tem quase nada um tantinho de alegria para cada um. Há outras maneiras conhecidas de o governo proporcionar felicidade. Em certas privatizações, por exemplo, a turma que arremata ativos estatais a preço de banana fica tão agradecida ao governante que se dispõe a apoiá-lo politicamente. É do jogo.

A desvantagem eleitoral das privatizações localiza-se num aspecto muito particular. É que, amiúde, o tantão de alegria que elas proporcionam só beneficia um tantinho de gente. É diferente do Bolsa Família. O multiplicador eleitoral é mais modesto, dado o pequeno contingente de felizardos. Pois, infelizmente, muitas vezes o que sobra para o cidadão comum é a conta a pagar. O Brasil tem um dos serviços de telefonia celular mais caros do mundo. Para não falar na energia elétrica.

Voltando ao Bolsa Família, eu sempre me espanto com a virulência dos ataques ao programa, que do ângulo orçamentário é até relativamente modesto. Eu não vejo a gritaria contra o Bolsa Família reproduzir-se, por exemplo, quando o agronegócio vem a Brasília exigir o perdão das dívidas que fez no Banco do Brasil. Ou quando empresários tomam os palácios da capital a impor que o governo abra mão de impostos. No Brasil, dinheiro público dado ao rico significa modernidade. Quando é dado para o pobre, representa atraso e clientelismo.

Em relação ao Bolsa Família eu sou radical. Sigo a cartilha do senador Eduardo Suplicy (PT-SP). O programa deveria ser expandido a toda a população, na forma de um imposto de renda negativo. Todo mundo teria direito a uma renda mínima, capaz de evitar o mergulho na pobreza extrema. Para o meu gosto, o governo Lula é até tímido nessa área. Ele costuma ficar refém do discurso das "condicionalidades". Como se a mãe de família pobre precisasse ser coagida para mandar os filhos à escola. Ninguém é idiota por ser pobre.

Lembro bem da gritaria que houve na Constituinte quando se implantou a aposentadoria rural universal, independente de contribuição. Diziam que o país não suportaria. Pois bem, hoje a aposentadoria rural, somada ao Bolsa Família, é um poderoso instrumento para movimentar a economia dos pequenos municípios. Num Brasil em que a reforma agrária dorme na gaveta, o repasse de recursos públicos às populações mais pobres do interior ajuda também a evitar um afluxo ainda maior de gente para as regiões metropolitanas.

A oposição já perdeu uma eleição presidencial por não saber defender suas privatizações junto ao eleitor. Agora, a julgar pelo discurso articulado do senador pernambucano, arrisca-se a naufragar diante da acusação de que, se vencer em 2010, vai acabar com o Bolsa Família. A oposição nunca soube mesmo lidar com as políticas sociais de Lula. Azar dela.

Para quem precisa desesperadamente conquistar votos entre os mais pobres e no Nordeste, a oposição está começando a campanha eleitoral com o pé direito. Isso foi uma ironia. Ou, se quiserem, um trocadilho.